jueves, 18 de octubre de 2007
La vida de un soñador
Recién estoy terminando de leer la autobiografía de uno de los personajes de televisión que más he admirado: Roberto Gómez Bolaños, conocido por todos como Chespirito (Shakespeare Mexicano).
Con este libro he venido a reformar mi concepto de que D. Roberto es sin duda una de las personas que más ha influido en la televisión con la que nos creamos gran parte de las generaciones que avanzamos ya en los 30´s. En primer lugar porque nos permitió a muchas personas el compartir alrededor de la televisión, en familia o en círculos de amigos por más de veinte años. En segundo lugar porque permitió que varias generaciones tuviéramos una referencia en común con las cuales compartir y en tercer lugar porque sus muchas ocurrencias nos hicieron pasar agradables momentos.
Ha sido tal mi admiración por sus obras que creo saberme casi de memoria muchos de sus capítulos o detalles de los programas- datos inútiles en la cabeza que ocupan mucho disco duro-. Más sin embargo leyendo su libro me he ido dando cuenta de todas las condiciones que giraron alrededor del programa.
Me ha llamado la atención en primer lugar la edad de los actores al inicio del programa, 42 años para D. Roberto, 22 para D. Florinda, 25 para María Antonieta, 28 para Carlos. Eso quiere decir que al niño de ocho años que hemos visto en los programas ya era un cuarentón. Esto me ha llamado poderosamente la atención porque no fue un joven visionario el que logró ser famoso, sino un actor perseverante que mucho tiempo después de pulsearla empieza a ver su sueño crecer.
Me ha llamado la atención los momentos cronológicos que ha vivido la serie. Actualmente como todos los capítulos ya están hechos y han sido más de una vez presentados al público, es difícil el ser consientes de cuales fueron primero. Primero, fue una comedia no trasmitida en Costa Rica, en donde se personificaba al Dr. Chapatin en algo así como los caballeros de la mesa cuadrada, pero en lo relevante, fue primero el Chapulin, luego el Chavo, luego los Chiflados, y luego los Caquitos. De este orden se puede desprender el cómo D. Ramón luego del chavo tuvo poca participación y como al final ya no se contaba con D. Carlos ni con maria Antonieta, los cuales brillan por su ausencia en las aventuras del Chompiras.
Me llama más la atención el hecho de que todos los personajes principales de la serie fueran nombrados con “Ch”, Chompiras, Chaparrón, Chapulin, Chapatín, etc…
Porque se escogió el nombre de Federico, para ser el complemento del Chavo: Fede-Rico.
Son tantos los detalles de esta serie, que a mi criterio es sumamente rica en creatividad que sin duda la volvería a ver de inicio a fin.
Algunas personas, con total derecho, les parece que la serie no fue tan buena, o injustamente la tachan de aburrida, deberían sentarse a analizar un poco más la hermosa propuesta que la masa a enaltecido por largos años.
Lástima que el niño de ocho dejo de jugar hace ya tantos años.
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